Aquí entre nos...



Les dejo mi Cuento

Cuento



"UN TREN SE DESCARRILO"






Viajábamos hacia una aventura, mis dos amigos y yo,





aparte de un noble perro que nos acompañaba durante el
largo recorrido.
lobollegamos a un lugar donde el ambiente era hermoso y fresco, respirábamos aquel aire, mmmm... aquel aire que aún no se encontraba contaminado por el humo de de un cigarrillo, o de un automóvil ; o simplemente de las insdustrias comerciales, si no del aquel que despide la bella naturaleza, sí... toda esa grandeza que nos brindo nuestro Señor, y que hoy en día está siendo destruida por el hombre.





Después de ver todo aquello que en el camino nos parecía hermoso, yo me detuve por un momento, al observar a lo lejos una pequeña casa de adobes, la cual parecía abandonada hacía ya algún tiempo,



cabaña

me acerque poco apoco para mirarla y también con la debida cautela para confirmar; la duda que tenía de la misma, y en efecto ésta se encontraba abandonada, pero que aún se mantenía en pie y se veía un poco habitable, por lo menos creo yo, para pasar un buen rato o una pequeña lluvizna, si se diera el caso para algún desdichado que se encontrará en ese importuno e inesperado aprieto.

Al llegar a la puerta, descubrí que ésta se encontraba abierta, llame a la puerta primero,

¡Hola! ... ¡ Hoola ! Hay alguien aquí..





pero al no escuchar respuesta alguna, me decidí a entrar, algunas cosas se encontraban desordenadas en su interior, y a pesar de su abandono sospeche que definitivamente la persona que la habitaba, debió ser un hombre muy solitario.

¿Qué extraño?

me dije, presiento la existencia de un olor y una sensación inexplicable, de que no me encontraba sólo...


¡Sólo!

dije en voz alta, y en ese preciso momento recorde que no viajaba sólo,

Pero y mis amigos... ¿dónde están?

me dije en mis adentros, mientras salía despavoradamente del lugar. Los llamaba insistentemente, para ver si lograban escucharme y asi saber donde se encontraban o al menos tener la esperanza, de que no me encontraba solo. Pero ya era demasiado tarde, la noche ya casi caía con su manto negro y oscuro, que me fue díficil recordar el camino de regreso, y fue precisamente el momento donde me di cuenta del largo rato que pase observando el interior de aquella cabaña de adobes.

¡Claro era de suponer!

mi curiosidad me había jugado una mala y cruel situación, me había alejado tanto de mis amigos, que pense que ellos al igual que yo, estabamos perdidos.

¡Estarán buscándome!

me susurre, al mismo tiempo que iba recorriendo la vista por todos lados. La noche ya había llegado y solo me quedaba una opción; quedarme en aquella casa oscura, desolada, en medio de aquel gran campo abierto cubierto de árboles, o continuar mi viaje durante la noche en busca de mis amigos, en aquel gran bosque lleno de soledad y quien sabe, que peligros por descurbrir.
Después de haberlo pensado durante un momento, y muy racionalmente, no me quedo más opción que pasar la noche en aquella oscura, fría y desolada cabaña.


Durante la noche, el susurro del viento que entre los árboles se filtraba, las chicharras, grillos y el aullido de algún coyote o lobo, que a lo lejos se escuchaba...



más la soledad total, en la que me encontraba, hacía que mis nervios afloraran y sin querer pero con la más fiel fe de que nada iba a pasar, lograban que imaginará cosas que me atemorizarán, pero aún así trataba en lo posible de darme ánimos para evitar el miedo.
Rogue a Dios quedarme dormido para así de esta manera evitar la larga espera que la noche me obsequiaba.

Al despertar en aquella oscura y desolada cabaña
sólo y confundido, recordé a mis amigos y el motivo por el cual me encontraba allí.


Salí de la choza y continúe el camino que quería recorrer, durante el transcurso y con preocupación iba comiendo algunas frutas que en el camino recogía de los árboles y a su vez aprovechándome de los mismos para observar a los lejos hacia donde inclinaba mi destino.

Después de un largo recorrido comenzaba a desesperarme, al no ver persona, ni civilización alguna, albergando con temor el encuentro con algún animal salvaje que me acechará durante mi tortuoso trayecto. Me sometí a mi fe desesperadamente, por encontrar un camino adecuado que me condujera a aquello del cual yo me había alejado y que ahora se convertía en uno de mis más añorados recuerdos




“la ciudad”.






Cansando, sediento y totalmente desesperado por mi agónica situación, renació en mí de un momento a otro la alegría, al mirar no muy lejos de ahí dos rieles de tren, del cual estaban cruzando un pequeño, pero peligroso puente;



corrí hacia el lugar esperanzado, pero mis fuerzas ya no daban, para continuar el camino, aún así motivado por mi desesperado por salir de aquel lugar, logré llegar a aquel puente que me conduciría sin duda alguna a la ciudad o por lo menos a algún pueblo cercano. Descanse por un momento cerca del él, con el fin de recobrar fuerzas y proseguir mi viaje.


Mi alegría fue al escuchar un tren a lo lejos, que poco a poco se acercaba más y más a donde el destino me había conducido. Al mirar aquel tren a lo lejos, di gracias a Dios por haberme permitido llegar a aquel lugar.




Cuando el tren se acercaba pude distinguir en uno de sus vagones a Frank y a Pablo, lo cual me alegro; más no veía a mis otros dos amigos allí, por lo que me motivo
llamarlos,

Frank, Pablo...Frank, Frank

pero el ruido ensordecedor de la máquina no dejaba oír mi llamado. Quede perplejo, al observar en aquella tarde ya casi oscura, el tren descarrilarse por aquel pequeño y peligroso puente; mi pánico fue terrible, oír a la gente gritando desesperadamente, los niños lloraban estrepitosamente,

el tren se hundía cada vez más y más. La sangre corría formando pequeños e impresionantes ríos en el bosque. Todo era caos, gente estripada por los grandes vagones del tren, cuerpos y miembros humanos por doquier más sólo faltaba lo peor…

¡la explosión de aquella gran máquina!


Durante ese terrible minuto que me conducía a observarlo todo, veía personas arrojadas al aire, mí pánico aumentaba, pues la explosión destrozo y empaño aquel ambiente el cual veía. Yo quede petrificado, al saber que mis amigos se encontraban ahí y yo me encontraba imposibilitado ante lo sucedido.

Mis impulsos eran tan fuertes y mi desesperación tan grande que corrí lejos del lugar,
la noche había llegado, más solo veía visiones aterradoras,



órganos humanos regados por doquier, sangre que pisaba, gritos, llantos, lamentos, muertos, fuego que empañaba mi vista, mi corazón latía más y más fuerte y aún así seguía corriendo por aquel camino largo y oscuro, quería gritar, más mi pánico no me lo permitía quería despertar de todo aquel mundo que me envolvía y me hundía más y más en la desesperación.

¡Un tren se descarrilo!

Fue el salto y grito que dije al despertar en mi cama,
sólo en la oscuridad entre las cuatro paredes de mi cuarto,
Copia de hombre gritando
mientras sentía el sudor recorriendo por todo mi cuerpo,
asustado y ofuscado comprendí, que sólo fue un sueño, una terrible pesadilla,
la cual me decía a gritos...

"Un Tren Se Descarrilo..."


Autor: Edwin Bonilla





Les saluda
Edwin Bonilla,
Cantante y Compositor Nacional
libro